Las personas con discapacidad tienen derecho a una educación de calidad, a un trabajo digno, acceso a servicios de salud y, por supuesto, al uso del transporte y de los espacios públicos. Sin embargo, en su vida cotidiana se enfrentan a numerosos obstáculos que dificultan el ejercicio pleno de éstos y otros derechos.
Un primer paso para alcanzar la inclusión laboral es combatir los prejuicios y los estereotipos que llevan a muchas empleadoras y empleadores a no considerar la contratación de las personas con discapacidad.
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