Negociar en pareja
Negociar en nuestras relaciones de pareja no significa que tenemos que convencer al otro; tampoco es complacer, sacrificar o ceder.
Negociar consiste en estar dispuestos a conceder, pero no a la otra persona, sino a la relación; en hacer algo para el crecimiento de la pareja, no para satisfacer caprichos ni sentir que estamos dando algo sin ser correspondidos.
Negociar con la pareja nos ayuda a enfrentar conflictos, a resolverlos y a ser claros con lo que nos gusta o no de la relación. Sin embargo, no siempre sabemos cómo hacerlo o aceptar lo que vemos y conocemos de nuestra pareja.
Negociar es un trabajo mutuo en el que el poder es intercambiable y, por lo tanto, se procura que la relación sea equitativa.
Pensar por el otro impide la negociación en la pareja
“Y para qué te digo lo que me molesta si ya lo sabes…” “No te dije nada porque ya sabía lo que me ibas a decir…”
¿Te suenan estos reclamos? ¿Se han convertido en parte sustancial en las conversaciones con tu pareja? Pensar por el otro evita que hablemos sobre lo que no nos gusta, porque suponemos que ya existe una respuesta que provocará un conflicto y preferimos evitarla.
Sin embargo, dejar de hablar de lo que nos molesta no resuelve los conflictos, los cuales a veces ni siquiera sabemos cómo plantearlos, y mucho menos resolverlos. Pensar por la otra persona es egoísta, limita nuestra manera de relacionarnos y de resolver las diferencias.
Con el silencio, los conflictos y los desacuerdos se agrandan, e incluso a veces guardamos rencores que manifestamos con molestias, enojos y reclamos constantes. ¿Cómo podemos negociar, si ni siquiera estamos dispuestos a hablar?
Las cosas que debemos evitar al hablar con la pareja
Denigrar, devaluar, distanciarnos y estar a la defensiva son las 4D que debemos de evitar cuando estamos en medio de una discusión con nuestra pareja. Esto lo propone el sicólogo John Bradshaw en su último libro: Post Romantic Stress Disorder. What to do when the honeymoon is over.
Y es que, aunque sabemos que las 4D son acciones que lastiman y merman la relación, en el momento del disgusto no podemos darnos cuenta de que actuamos desde el maltrato y el enojo. Por ello, el especialista propone que, además de ser conscientes de nuestro comportamiento, tratemos de cambiar esto y reforzar tres hábitos de las relaciones sanas: compartir los sentimientos, revelar los deseos y comentar los disgustos.
¿Es posible que en medio del enojo seamos conscientes de cómo le hablamos a nuestra pareja? ¿Nos parece normal que los reclamos sean parte de una relación? Muchas veces esperamos respuestas del otro, exigimos cambios, queremos ser entendidos, pero ¿por qué esperamos tanto, cuando nosotros mismos somos irresponsables con nuestras palabras?
El conflicto y la resolución
El conflicto lo entendemos como un proceso interpersonal que surge cuando las acciones de una persona interfiere con las nuestras. Es por eso por lo que las parejas se encuentran en contextos que las confrontan, y las razones son múltiples: por dinero, por cómo están divididas las actividades cotidianas, por las relaciones con los parientes, las diferencias de valores, las expectativas sobre la relación, las filosofías de vida, la falta de atención, etc.
David Rapaport, investigador en relaciones de pareja, describió los conflictos en términos de debates, juegos y riñas, y no es de extrañar que en el matrimonio aparezcan todas ellas. La más positiva es el debate, pues permite un intercambio de opiniones y posibilita tomar una decisión conjunta. En los juegos la competencia es grande y se negocia para maximizar la ganancia; y, finalmente, las peleas, situaciones en donde se desafía al otro y se busca ser el vencedor absoluto en la contienda.
¿Identificas cómo resuelves los conflictos en la relación? ¿Te ha funcionado o, por el contrario, resulta frustrante no saber cómo resolver?
Lucha de poder en la pareja
Las luchas de poder se manifiestan en cualquier relación y, aunque nos parezca que la palabra “lucha” ya implica un desencuentro, ella no tiene porqué representar peleas, desencuentros o batallas que dejen a uno de los dos fuera de combate.
La lucha de poder en las relaciones de pareja llega a ser más visible cuando, siendo dos personas con distintos contextos e historias de vida, pretendemos que nuestro punto de vista triunfe, sea lógico y el único que hay que entender, pero con ello olvidamos que cada uno tiene su individualidad y opinión.
Estar en pareja implica escuchar y ser empáticos, voltear a ver al otro y ser menos egoístas. Negociar tampoco significa sacrificarlo todo y olvidarnos de lo que somos o lo que necesitamos, porque eso no sería una relación, sino un servicio.
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Excelente programa!! Muy real, empático.